No pudo ser en 2024 ni tampoco en 2025. El Gobierno había puesto a la privatización de Aerolíneas Argentinas entre sus prioridades al momento de pensar en cómo reestructurar la participación del Estado en aquellas firmas en las que tiene participación, aunque la falta de apoyo en el Congreso –sumada a la necesidad de, en el frente legislativo, poner todas las energías en otros puntos- llevó a que el proyecto de poner a la aérea en manos privadas se postergara.
En 2024 el cambio de modelo de Aerolíneas Argentinas estaba incluido dentro de la Ley Bases, pero el Gobierno eligió dejarlo fuera de agenda para poder desempantanar –y negociar- algunos otros proyectos sobre los que también pretendía avanzar.
Pasó entonces para 2025, pero el problema central que tenía era exactamente el mismo que un año antes. La avanzada privatizadora en el caso de Aerolíneas Argentinas dependía del Congreso, que debe aprobar si o si el proyecto para que se pueda hacer realidad, pero no contaba con el apoyo necesario y directamente se optó por no avanzar en este sentido. Las elecciones del domingo pasado le dieron al oficialismo más músculo en este sentido, y ahora se siente con más peso propio como para avanzar.
“Así como de repente apareció el proyecto de reforma laboral, seguramente también comencemos a ver otras iniciativas que estaban esperando este momento. El caso de la privatización de Aerolíneas es sin dudas uno de ellos”, afirmó una de las fuentes consultadas por Clarín.
Está claro, para que el Gobierno avance primero deberá esperar a que la nueva conformación del Congreso ya esté en marcha, pero la idea de privatizar la compañía no se baja. De hecho, desde algunos sectores del oficialismo promueven que ya en la primera parte de 2026 se comience a motorizar el tema. El presidente Javier Milei se quiere desprender del 100% de la empresa.
Dentro de esta situación, otro punto que habrá que analizar llegado el momento es si se envía el proyecto de privatización de Aerolíneas para que corra solo en el Congreso, o si se lo envía en una suerte de paquete junto a otras iniciativas.
De esta forma, analizan algunos, podría correr con mayor suerte ya que, en caso de ser necesario, se podría negociar en base a las necesidades. “Eso se irá viendo de acuerdo al clima que tengamos en el Congreso. Son estrategias muy de cada momento”, afirmó otra de las fuentes.
Lo que por hasta ahora no se pone sobre la mesa es una idea que el Gobierno había lanzado a comienzos de este año, cuando se sabía que las chances de lograr el apoyo del Congreso eran prácticamente nulas. En aquel entonces se habló de la posibilidad de disolver la sociedad, con lo que el Estado se sacaría de encima “el problema” de poner dinero en una empresa que, como dijo ya muchas veces, no le interesa mantener. Una decisión de este tipo no debe esperar el visto bueno del Congreso.
Mientras intenta allanar el camino para poder darle marcha al proyecto privatizador, el plan oficial es mostrar una empresa lo más saneada posible, de modo de hacerla más tentadora ante posibles interesados. Y algo de esto ya se comenzó a ver. La asamblea de accionistas de Aerolíneas Argentinas aprobó a fines de agosto pasado el balance de 2024, que arrojó una ganancia contable de $ 271.000 millones, el primer resultado positivo desde 2008, cuando fue estatizada, lo que en el Gobierno marcan como un éxito de su proceso de recortes y reestructuraciones.
En 2023 la compañía tuvo una pérdida contable de $ 385.000 millones, es decir que tuvo una mejora en sus resultados de 170%.